Septiembre 2011.
Me resulta algo difícil escoger un tema en concreto cuando alguien me pide que le hable sobre la experiencia de educar en casa, no por que no sepa de que hablarle, si no por que hay tantos motivos, detalles, anécdotas y sensaciones que no es fácil centrarse en una sola, y a la vez hay tantos tópicos, dudas y prejuicios sobre el tema que podrías hablar de ello durante horas.
Pero ah! ...Estamos a mediados de septiembre y en estas fechas hay una sensación que me acompaña desde que mis hijos tuvieron edad de ir a la escuela. Desde hace unos años es una sensación liberadora, incluso de triunfo últimamente, pero al principio, Cuando todavía eran pequeños, cuando yo no sabia que existía la opción de educar en casa, era angustiante, por que en estas fechas había que comprar los libros, las batas para la escuela, la ropa y todas esas cosas, sabiendo que no había dinero suficiente para ello. Empezar a sacar mis niños de la cama temprano para desayunar corriendo, salir de casa con frío la mayoría de las veces, y dejarlos en un aula con una maestra y unos compañeros con los que no estabas muy segura de que se iban a llevar bien, con la seguridad mas adelante de que se llevaban mal, y aguantarse y volver a casa a esperar que pasaran esas horas para que vinieran a comer a casa con prisas y volver por la tarde, y procurar que no hicieran muchas actividades extra escolares, aunque les gustaran mas que la propia escuela, para que tuvieran tiempo de estar en casa y jugar o descansar, que es lo que siempre he pensado que deben hacer los niños.
Por eso, un año tras otro iba creciendo en mi la sensación de que yo era una madre un poco rara, por que para mi sorpresa, los comentarios de la gran mayoría de las madres eran del tipo: " Bueno.. ya les tenemos colocados que alivio!" ..." Dios mio, que bien que ya ha empezado la escuela.. que largas se me han hecho las vacaciones, ya no podía mas con ellos!"..."Que suerte, y este año les dejo incluso a comer, y luego con la natación llegan a casa, hacen los deberes, cenan y a dormir, casi ni se les oye..."
Y yo me callaba y no decía nada, por que estaba claro que no entenderían que yo no pensaba como ellas, si alguna vez me atrevía a decir que a mi me sabia mal que terminasen las vacaciones y no veía el momento de que volvieran a empezar, me miraban como a un bicho raro... Un bicho raro que quería tener a sus hijos en casa jugando y disfrutar de su compañía en lugar de dejarles en la escuela.
Y luego nos enteramos de que podíamos educarles en casa y aquí estamos, este es el sexto curso que empezamos sin colegio, seis años ya, en los que cada septiembre sigo oyendo los mismos comentarios, año tras año, los mismos tópicos, al igual que en junio, cuando empiezan las tan esperadas vacaciones de verano, esperadas por los niños, claro, por que entonces los comentarios de las madres son otra vez parecidos: " Otra vez vacaciones.. a ver ahora que hago con ellos"... " Las vacaciones deberían ser mas cortas... Si no fuera por mi madre ya me dirás con quien los dejaría!" ... " Ay! Acaban de empezar y ya tengo ganas de que llegue septiembre.. no puedo con ellos en casa"
Una vez, preparando una charla sobre educacion en casa con una compañera, estuvimos comentando esto mismo, y me reconfortó mucho enterarme de que ella había tenido siempre la misma sensación, la de ser una madre rara al oir esos mismos comentarios, la sensación de mejor no digo nada por que esta claro que no nos vamos e entender, la sensación de que la escuela nos robaba tiempo para estar con nuestros hijos y a nadie le importaba.
Y aunque desde hace seis años para mi septiembre es una época feliz, donde empezamos el curso con ilusión , con ganas de hacer cosas nuevas, siempre con ganas (al menos por mi parte) De organizarnos mejor que el curso pasado y sin conseguirlo, pero sin que a nadie le preocupe realmente, aprendiendo juntos lo que queremos aprender, compartiendo la alegría y el alivio ( si, todavía hoy) De saber que este curso nadie va a encerrarse en un aula seis horas al día, aunque ahora soy feliz de ser una madre rara con unos hijos raros, no puedo dejar de preguntarme, una y otra vez, ¿que ocurre con las madres que no son raras?
Se, sin lugar a dudas, que quieren a sus hijos, seguramente tanto como yo quiero a los mios, pero entonces.. ¿Por que los hijos les molestan? ¿Por que no pueden estar con ellos? ¿Por que tienen tanta prisa en dejarles con otra gente, no solo durante el curso, si no en vacaciones e incluso fines de semana? ¿ Como se pueden divertir saliendo sin estar con ellos, una y otra vez? ¿ Como es posible que no les echen de menos? ¿ Les llevan a la escuela para que aprendan algo positivo o para tenerles "colocados" y poder hacer su vida sin la molestia de la compañía de los hijos?
En Fin, ese día, mientras preparábamos la charla mi compañera y yo ( Era septiembre también, claro) Intentábamos ser justas y encontrar pros y contras sobre educar en casa a nuestros hijos, y teníamos un problema, donde la mayoría de la gente vería contras, nosotras veíamos pros, no podíamos encontrar desventajas al hecho de invertir mas tiempo para nuestros hijos, al tener que estar con ellos las 24 horas, al tener que buscar información para responder a sus preguntas sin ayuda de maestros , a tantas cosas por la que las madres " no raras" se habrían quejado, y llegamos a la siguiente conclusión:
Esa sensación que sentíamos al llegar septiembre, era, sin que nosotras lo supiéramos entonces, un signo claro de que no éramos normales, de que teníamos el raro vicio de querer disfrutar la infancia de nuestros hijos a tope, de que éramos candidatas sin remedio, y sin saberlo entonces, a educar en casa .
Y este septiembre, una vez mas, doy gracias por ello.
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